viernes, noviembre 03, 2006



Este corte del terreno en una autopista de Madrid ha descubierto un tesoro.

En Casa Montero, cerca de San Fernando de Henares, existe un gran número de pozos de unos 8 metros de profundidad y menos de 2 m de diámetro que los hombres del Neolítico excavaron verticalmente de manera asombrosa para buscar pedernal. Éste se encuentra en bloques irregulares disperso y en capas deformadas, como se ve en la fotografía. Y sin embargo los neolíticos acertaron con cada pozo, llegando siempre donde había pedernal y evitando las extensas áreas donde no lo había.

Debajo del pedernal ha aparecido una capa negra de arcillas llenas de fósiles y de pisadas de mastodontes de hace unos 15 millones de años (el periodo Mioceno). La Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid, el Museo Nacional de Ciencias Naturales y diversas empresas encargadas de las obras y de la preservación del patrimonio se han encargado de salvar los hallazgos que ha sido posible rescatar y documentar los que han debido ser destruidos.

Desde el Paleolítico los hombres excavan el suelo buscando rocas, minerales y también fósiles. En muchos casos se trata de materiales útiles para fabricar instrumentos. Pero en otros casos es sólo por atesorar objetos cargados de significado: bellos, sagrados, ricos en información...

¿Cómo pudieron los neolíticos excavar pozos tan profundos, estrechos y certeros en Casa Montero, accediendo a una roca oculta a la vista y sin fallar un sólo pozo estéril?

¿Qué llevó a la familia Rich y sus compañeros a realizar un esfuerzo inimaginable para extraer fósiles de dinosaurios en el Sur de Australia, excavando una mina al pie de un gran acantilado, batidos por las olas, en condiciones durísimas y a centenares de kilómetros de la civilización? (leer "Dinosaurs of darkness" para creer).

Vale la pena detenerse a pensar qué distintas son las motivaciones de humanos y animales en su esfuerzo por la vida. Humanos y animales compartimos instintos de supervivencia, protección, reproducción... pero sólo a los humanos nos mueve la búsqueda: de conocimiento, de trascendencia, de posesión... hasta el punto de sacrificar los instintos primarios en pos de ella.