miércoles, abril 11, 2007

Los humanos asistimos asombrados a nuestros propios cambios, de los que no sólo somos espectadores, sino en gran medida también gestores y provocadores:

Podemos leer a M.A. Durán (CSIC). Madrid+d (Noticias) ... "Cuando las mujeres dejaron de ser vivíparas"
"Ignoro cuánto tiempo pasará hasta que este tipo de prácticas se implanten, pero no tengo ninguna duda de que llegarán. Resulta paradójica la enorme expectación levantada en España por los descubrimientos que muestran las huellas de nuestros remotos ancestros en las simas de Atapuerca, y que no se levante una expectación parecida hacia cómo serán nuestros descendientes. El camino de la evolución desde los hombres y las mujeres de Atapuerca hasta nosotros ha sido lento, porque ellos apenas podían influir sobre sí mismos. La humanidad del siglo XXI puede, para bien y para mal, influir poderosamente sobre su propio destino, incluido el destino biológico. Por eso creo que no falta mucho para que llegue el día en que un parto humano vivíparo se convierta en noticia y no lo contrario".


Nuestra consciencia se proyecta hacia el pasado y hacia el futuro, observando con asombro su enorme asimetría. El tiempo se deforma a nuestra consciencia, de forma similar a como ocurre con el efecto Doppler del sonido en movimiento:



  • el pasado se me alarga y estira progresivamente (hace sólo cien años la humanidad no podía imaginar más de 6000 años atrás);

  • el futuro se me amontona y acorta (parece que fue ayer cuando aparecieron los teléfonos móviles, y ya no podemos vivir sin ellos).
No hay razones físicas ni químicas para la asimetría temporal. Deben de ser razones biológicas, psicológicas, o de otra naturaleza. La "caída", la expulsión del paraíso, muchos mitos de nuestras culturas hacen referencia a una ruptura de simetría en el origen de la humanidad. El "big bang" está también en el origen de una ruptura mayor de simetría: la expansión del Universo, el más gigantesco "efecto Doppler" de la historia.