martes, febrero 17, 2009

Veganos, cazadores, explotadores

Nuestro mundo "civilizado" dispensa un trato muy distinto a los animales, según los considere fuentes de comida, de peligro, de diversión, de trabajo o de compañía.

El contraste es particularmente notable entre dos tipos de excesos; por un lado, el mimo y el fabuloso gasto en vestuario con el que se cuidan las mascotas de lujo (ver p. ej. la feria de mascotas de La Coruña); y por otro lado, el terrible trato dispensado a pollos y cerdos en las granjas de cría industrial, como muestran las denuncias de la ONG "Iguladad Animal" que propugna una alimentación "vegana" (vegetariana estrictamente vegetal) .

El trato dispensado a los animales vistos como fuentes de peligro es normalmente destructivo: desde los considerados "plagas" por volverse especialmente prolíficos (garrapatas, insectos, ardillas o conejos), hasta los llamados "alimañas" (por ser predadores que compiten con el hombre, como zorros y lobos; o por ser vistos como venenosos aunque no lo sean, como los luciones y la mayoría de culebras), todos son activamente eliminados de forma expeditiva (con venenos y cepos, o a tiros y garrotazos), aunque las consecuencias suelen producir más problemas a medio y largo plazo que los que causaban las víctimas de estas masacres.

Los animales como fuente de diversión suelen recibir un trato algo mejor, desde la satisfacción del éxito del criador de razas puras, pasando por la de cuidadores y visitantes de acuarios y zoos, y por los más o menos degradantes tratos de los entrenadores de animales de circo, hasta llegar a la caza de animales criados y mantenidos con ese fin (pues apenas queda ya caza fuera de los cotos repoblados por los propios cazadores). Las masacres que las monterías muestran en casos como el del reciente encuentro Garzón-Bermejo, que dan lugar a comentarios sensibles como el de mi admirada Rosa Montero, no producen tanto sufrimiento a los animales cazados, especialmente si son abatidos correctamente de un tiro certero, como el que produce la cría de terneras inmóviles en la oscuridad y hacinadas en su transporte hasta un matadero industrial.

Como vemos hasta ahora, la "igualdad animal" que busca la mencionada ONG es algo socialmente inexistente (obviamente, si ya existiera no habría que buscarla). La Ley Marco de Protección Animal que se está reclamando al Gobierno, como otras leyes de protección, se solicita para defender un valiosísimo bien que hay que proteger contra su mal uso y gestión, no se pide porque los humanos nos consideremos iguales a los animales en constitución ni en derechos.

¿Pero qué trato se imparte a los animales que se consideran fuente de trabajo? En estos casos, y sólo en estos, creo que estamos ante la única auténtica "igualdad animal" de nuestra sociedad humana: el trato a los animales cuyo trabajo explotamos no difiere mucho del trato que se imparte a los trabajadores humanos: la diversidad de casos va desde un trato excelente, con integración total del animal doméstico en la tribu o célula familiar (y del trabajador por cuenta ajena en la familia del empresario), hasta una brutal y salvaje esclavitud sin la más mínima consideración ni sensibilidad. Y la situación más indeseable persiste actualmente, aunque se hayan conseguido notables cambios sociales y jurídicos para mejorarla.

miércoles, febrero 11, 2009

transformación hombre - animal


Tras la apasionante lectura de las experiencias extremas de diversos alpinistas (s.l.) que han sobrevivido para contar su aventura, uno puede constatar que el sufrimiento físico y las durísimas condiciones que impone la alta montaña transforman a los humanos que se internan en ella. Y uno de los símiles que he leído en esos relatos es que en condiciones extremas los alpinistas se ven a sí mismos transformados en animales de montaña. ¿Cómo ven esa transformación, de hombre en animal?

En las largas travesías de aproximación a las cumbres, en las difíciles paredes de escalada muy técnica y arriesgada, en la aclimatación al frío intenso, a la falta de oxígeno, al esfuerzo ímprobo y a la deshidratación, los alpinistas encuentran su pasión y su mundo que les llena más que una vida ordinaria, cómoda y rutinaria. El alpinismo clásico incidía en el sentido del grupo, el compañerismo, la interdependencia para sobrevivir, el estilo de "todos para uno-uno para todos". Pero ya desde los años 50 se ha ido imponiendo un alpinismo más individualista e incluso solitario, con un estilo más de "sálvese quien pueda". En los momentos extremos, algunos relatos hablan de sufrir ataques de demencia, y muchos hablan de haber sufrido alucinaciones y voces interiores. Pero no es esa la transformación que se identifica con un animal. ¿Cual es?

Dado que yo personalmente no tengo experiencia en el tema, sólo puedo inferir por los relatos leídos en qué consiste esa experiencia que se vive como transformación hombre-animal; en primer lugar, se consideran estados distintos; en segundo lugar, ambos estados indican dos formas distintas de consciencia, y no más o menos consciencia, sino formas cualitativamente distintas de consciencia. Y en tercer lugar, esa cualidad animal no se percibe como negativa, degradante ni perjudicial, sino todo lo contrario: proporciona una enorme capacidad de resistencia y eficacia a quien la sufre.

Nada de esto tiene que ver con la común acepción de "animalidad", que en nuestro idioma (y en tantos otros idiomas de nuestra cultura) tiene sobre todo connotaciones morales degradantes.

¿Podremos algún día vernos, humanos y animales, con el mutuo respeto de quienes se conocen, se reconocen y se aprecian?