Uno de los temas que más han interesado a los estudiosos de la evolución humana es el origen y evolución del lenguaje. Si algo nos diferencia claramente de los demás organismos es la capacidad de adquirir un lenguaje articulado y simbólico, que tiene un significado propio (semántico, no sensorio). Y además de aprender en un breve intervalo temporal un conjunto de reglas gramaticales y sintácticas no explícitas, somos capaces de adquirir un nuevo lenguaje en cualquier momento (e incluso de inventarlo). La capacidad de hablar trasciende cualquier capacidad biológica ordinaria, y es la clave de todas las capacidades humanas superiores (artísticas, científicas, filosóficas, etc.)
Dice un autor uruguayo muy interesante, Juan Grompone, que "La evolución del hombre es una rara forma de la evolución darwiniana de las especies, diferente a todo lo anterior conocido". Se refiere el autor sobre todo a nuestra capacidad tecnológica, la inventiva para crear herramientas que nos ha permitido "dominar el planeta". Otra visión más "Gaiana" del proceso de "dominio" del planeta (expansión y colonización de una especie cosmopolita) podría asemejar la expansión humana a otras expansiones igualmente "únicas": la expansión de las cianobacterias en el Precámbrico que cambiaron la química de la atmósfera; la de los hongos y plantas terrestres en la Era Primaria, que siguen siendo los organismos de mayor tamaño; o la de los insectos sociales, verdaderos superorganismos. Todos ellos han constituído gigantescas innovaciones de escala planetaria, como a justo título puede considerarse la humanidad.
En tal caso ¿qué es, si es que es algo, lo que nos hace únicos a los humanos?
Una de mis respuestas favoritas es: el lenguaje. Sin lenguaje no hay pensamiento, y sin pensamiento no hay tecnología. Toda nuestra originalidad se basa en ese fenómeno biológicamente inexplicable que es el lenguaje humano. La estructura del lenguaje humano que se expresa en las distintas lenguas o idiomas tiene una base común, como demostró ese genio llamado Noam Chomsky. Pero además los paleontólogos detectamos una estructura común en la evolución de las lenguas. Algo que las hace semejantes a cómo evolucionan los organismos. Los linguistas y los naturalistas podemos utilizar los mismos procedimientos para establecer filogenias y parentescos entre nuestros objetos de estudio (por ejemplo, la cladística). Por tanto, algo tienen en común las lenguas y los seres vivos: ambos surgen, se desarrollan, se reproducen y se extinguen.
Seguiremos adelante con este paralelismo, que nada tiene que ver con el modelo llamado darwinista de evolución "del-más-simple-al-más-complejo" (que quizá puede aplicarse a la historia de los ecosistemas, pero que apenas funciona para los organismos). Hay muchos modos de ver la evolución (o la historia: ¿términos sinónimos?).
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