viernes, noviembre 21, 2008

El abrazo del oso

Viendo este video al que me ha conducido el blog Zooillogix, uno se ve impulsado a reflexionar sobre la naturaleza, la consciencia y la inteligencia de los animales.
Los osos polares son fieras muy peligrosas, y verles cómo juegan con perros y los abrazan amorosamente "te rompe los esquemas". El comportamiento que en los llamados organismos "inferiores" vemos como autómata, esencialmente determinado y predecible, en los mamíferos (organismos "superiores") lo vemos como inteligencia, flexibilidad y capacidad de aprendizaje, que llega a imponerse sobre los instintos heredados.



Se ha escrito tanto sobre el tema "natura versus cultura" que difícilmente podría añadirse nada nuevo. Así que únicamente comentaré dos aspectos de este inacabable y fascinante debate:

- ¿puede lo aprendido fijarse en el comportamiento y hacerse instintivo (el llamado "efecto Baldwin")? - La epigenética y otras ramas de la Biología tratan de ver si hay algo cierto en poder "heredar los caracteres adquiridos", la hipótesis que Lamarck, Darwin y muchos de sus contemporáneos admitían, y que después ha sido sonoramente refutada. Los animales domésticos se amansan (y quizá los animales salvajes, en proximidad con los humanos, también). Pero tras milenios de domesticación, los instintos de las especies no parecen modificarse, como lo muestran los perros cimarrones o ferales (asilvestrados). Por tanto, si existe el "efecto Baldwin", no debe funcionar modificando el genoma, sino a nivel de algún mecanismo que modula su expresión.

- ¿puede haber un efecto de "contagio" o de influencia de unos organismos sobre otros, de modo que, como suele decirse, "los perros se parecen a sus amos"? Al inicio de la película original de Disney "101 dálmatas", la forma de los diversos perros y la de sus amos se ajustan magistralmente, ilustrando este efecto.

Después de todo, la coevolución que se infiere entre especies muy distantes, que se ajustan estrechamente unas a otras en su función (como las plantas con flores y los correspondientes insectos polinizadores), indica que esas especies muy distantes han de haberse influenciado mutuamente, y no sólo en su comportamiento sino hasta en su morfología.
Pues si existe, esa influencia ocurre a nivel individual y aparentemente no es heredable (como lo sería en procesos genéticos como la transferencia horizontal de genes, por ejemplo). Quizá los procesos epigenéticos lo puedan explicar algún día; mientras tanto hay algunos autores "malditos" (como Rupert Sheldrake) que buscan explicaciones emergentes, no reducibles a la bioquímica.
Claro está, en esta frontera del conocimiento, como en muchas otras conviene trabajar desde el método científico y experimental, y no caer en especulaciones "pseudocientíficas".

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