Hace años que el genético japonés Dr. Kimura propuso que la mayor parte de las mutaciones que se encontraban en el genoma fueran selectivamente neutras, no debidas a la selección natural (que supuestamente debe eliminar las mutaciones "malas" y retener las "buenas"). En vez de selección y adaptación, la genética molecular encontró mutaciones no seleccionadas, lo que se llamó "teoría neutralista de la evolución". Con esta idea se elaboró el concepto de reloj molecular, que mediría el tiempo transcurrido desde la separación de dos especies hermanas una vez conocida la tasa de mutación (ya que al no haber selección, la velocidad a la que se producirían y acumularían las mutaciones neutras sería constante a lo largo del tiempo). La larga experiencia de aplicación del reloj molecular ha mostrado que en general funciona, aunque la tasa de mutaciones es muy diferente en los distintos genes.
Uno de los mayores éxitos del reloj molecular fue el muy corto tiempo que obtuvo


Las inferencias sobre las que basar el reloj molecular plantean la disyuntiva entre neutralismo (Kimura) y selección natural (Darwin): si hay genes que no siguen una pauta regular de mutación neutral es que han sido seleccionados. ¿Y si esta disyuntiva fuera falsa?
Recientemente, biólogos moleculares de la Universidad de Uppsala han estudiado una curiosa característica del genoma humano, que muestra gran velocidad de mutación en genes que apenas han mutado en otros mamíferos. Esta característica no es explicable por evolución neutralista - según la cual los mismos genes mutarían a las mismas velocidades en diferentes linajes - y por tanto se atribuye a la acción de la selección natural. Si estos genes han sido positivamente seleccionados, podrían ser los responsables de la singularidad de la especie humana. Berglund y colaboradores (2009) han comparado cuidadosamente estos genes (más de 10.000) entre humanos, chimpancés y macacos. Lo que encuentran es que los test que se aplican para detectar la acción de la selección natural en los genes no son determinantes; el mismo efecto aparente se obtiene por mutación neutra y fijación sesgada de mutantes (los genes mutantes que son más estables desde el punto de vista termodinámico se fijan más en el genoma que los que no lo son) . A este proceso se ha llamado BGC (biased gene conversion) y este estudio demuestra que es él, y no la selección natural, el responsable de las rápidas mutaciones peculiares humanas que no aparecen en otros primates.
Los autores advierten que no son correctas las conclusiones que a menudo consideran a los genes objeto de la selección natural. Y de momento sólo en los genes podemos verificarlo, porque ni en Paleontología ni en Biología de Organismos y Sistemas tenemos ningún test para saber si hubo o no hubo selección natural.
Podéis ver aquí una reseña en español de esta noticia. Si algún genético puede ampliar o comentarla, será bienvenido.