Se trata de un concurso de cocina en China, donde los cocineros compiten en velocidad para conseguir que los animales cocinados lleguen vivos a ser comidos (se muestran unas culebras y unas carpas fritas). Es particularmente chocante a nuestros ojos actuales la insensibilidad que muestran los cocineros y la joven azafata mientas explica al cineasta que el mérito del cocinero está en que el pez siga boqueando mientras está ya frito, emplatado y aderezado con salsas.

Quizá la crueldad y la insensibilidad era mayor durante la Edad Media (con sus ejecuciones públicas y sus instrumentos de tortura sancionados por la Inquisición) que en la actualidad. Algunos expertos en asesinos en serie ven una tendencia histórica a la reducción de la agresividad humana. Pero vemos con estupor que aún hoy hay gobiernos democráticos avanzados que, como el de Estados Unidos, han llegado a promover y regular la tortura oficialmente tras sufrir los graves atentados del 11-S. El fondo de crueldad y de insensibilidad de nuestra historia aflora de nuevo, aunque sea en condiciones extraordinarias.
Supongo que los psicólogos y filósofos habrán llegado a algunas conclusiones sobre la evolución de nuestros sentidos y sensibilidades. Parece que podemos hartarnos de todo y llegar a saturarnos tanto de la crueldad (y pasar así a sensibilizarnos), como de la sensibilidad (y pasar a insensibilizarnos).
En todo caso, los animales parecen tener bien fijados sus sentidos y sensibilidades, que se han tipificado en los extremos de "halcones" y "palomas". Y curiosamente en el mundo hay lugar para ambos, aunque las ideas de "lucha por la vida", "ley de la jungla" y otras similares conducirían a pensar que las "palomas" están condenadas a desaparecer bajo las garras de los "halcones". Hace unos años, un ecólogo llamado Gilpin (*) estudió las famosas ecuaciones predador-presa de Lotka y Volterra, que explicaban la dominancia alterna de las poblaciones de liebres y de linces, y llegó a una conclusión extraordinaria: ¿se comen las liebres a los linces?
(*) Gilpin, M.E. (1973) Do hares eat lynx? American Naturalist, 107: 727-730
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