sábado, noviembre 08, 2008

Primitivos y evolucionados

A raíz de un ciclo de conferencias sobre "Paleontología y evolución humana" celebradas en el Institut d'Estudis Ilerdençs surgió una interesante conversación sobre la visión que en nuestra cultura se suele tener sobre la superioridad y la inferioridad evolutiva. Tanto la biblia como el darwinismo proponen la existencia de una "serie" evolutiva que asciende de los organismos "inferiores" a los "superiores" (de los menos perfectos a los más perfectos, decía Darwin) y que nos sitúa generalmente a nosotros en la cúspide de la escalera.

Sin participar en los extremos del darwinismo social, o de la antigua visión racista que nos ordenaba a los humanos en "razas superiores" y "razas inferiores", algunos de mis interesantes interlocutores afirmaban que los humanos somos superiores a los animales, lo cual no nos hacía por ello mejores pero sí responsables de su destino y en general del de la naturaleza a la que hemos sometido.

En mi argumentación, ningún organismo es superior a ningún otro en términos generales. Los organismos son entidades complejas diferenciadas, que poseen características particulares propias integrados en ecosistemas complejos que no muestran organización jerárquica ni superioridad competitiva. Sólo si utilizamos una escala relativa concreta, que mida determinadas prestaciones (como la velocidad de carrera, por ejemplo), se podrá decir que el organismo más veloz supera (en velocidad) al menos veloz. ¿Qué sentido biológico puede tener el plantear una competición de superioridad entre, por ejemplo, las hormigas y los humanos? No hay bases biológicas para definir el concepto de Darwin sobre la "perfección" relativa de los organismos, y en sentido evolutivo todos son igualmente viables. Por analogía con los sistemas inorgánicos ¿tiene sentido plantear p.ej. la superioridad de unos sistemas cristalinos sobre otros? Parece obvio que sólo será posible hacerlo en una escala de propiedades concretas, como p.ej. la escala de dureza de los minerales, o la de pureza de las gemas en joyería.

Pero el lenguaje sigue impregnado de connotaciones valorativas; por más que uno en Biología evite cualquier connotación moral en el uso de los términos "primitivo" y "evolucionado", es difícil evitar su sentido valorativo habitual, de modo que ser "primitivo" tiene innegablemente un carácter peyorativo de inferioridad; inversamente, ser "evolucionado" es marchamo de calidad superior.

Los evolucionistas, para evitar introducir toda idea de progresión y mejora en la evolución orgánica, han reemplazado el prestigioso término de "evolucionado" por el de "derivado". Un taxón derivado, un rasgo derivado ya sólo indicaría su carácter de secundariamente "modificado", y no tendría ninguna connotación de más ni menos perfecto o superior. Pero ¿qué hacer con el término "primitivo", que aún no ha sido sustituído?

1 comentario:

Somosaguas dijo...

En la terminología cladística, a un rasgo "primitivo" se le denomina "plesiomórfico", pero este término se ha concebido para rasgos morfológicos. "Plesion" sería la palabra griega para "primitivo", "primal", "cercano al origen" o tantos otros significados que los griegos eran capaces de sintetizar en una única palabra...