domingo, septiembre 21, 2008

Ecología humana: sociosistemas

La diversidad de etnias y culturas humanas y su diversidad biológica (la diversidad genética y la diversidad morfológica racial) se superponen de forma incongruente. No hay una clara correlación entre etnias, razas y genes, de modo que conocer la raza a la que pertenece un individuo no permite evaluar cuál será su lengua, su cultura ni su dotación genética. Un antropólogo puede deducir la raza a la que pertenece un individuo a partir de un pelo o del hueso de la mandíbula, pero un genetista no puede saber a qué raza pertenece un individuo aunque disponga de su genotipo completo; y ninguno de los rasgos biológicos de una persona nos sirve para deducir su cultura, sus creencias o su sistema de matrimonio y parentesco familiar.

El tema de las razas humanas ha sido una enorme fuente de conflictos sociales, llegándose a terribles políticas de exterminio incluso avaladas por teorías científicas. La perspectiva actual puede hacer que esas teorías desmerezcan por estar obsoletas, pero no es menos cierto que en su momento fueron consideradas tan ciertas como las teorías que hoy día suponemos bien corroboradas. Se puede ver un ejemplo de este racismo que quiso ser bien intencionado, en la magnífica película de Phillip Noyce (2001) "Generación robada" (Rabbit-proof fence) sobre la política de asimilación llevada a cabo hasta los años 1970 por el gobierno australiano contra los aborígenes (a los que había que "proteger de sí mismos").

El tema del genoma está siendo una inagotable fuente de sorpresas. Desde el descubrimiento de la enorme variabilidad genómica de las especies naturales (en contra de lo que predecía el paradigma adpatativo); pasando por la constatación de que el genoma de dos cepas de bacterias, o dos especies de ranas difieren entre sí mucho más de lo que difieren los genomas de humanos y chimpancés o gorilas; hasta la sorprendente regulación genómica que ha resultado ser muy similar en todos los animales, moscas y humanos compartiendo los mismos genes formadores de ojos y extremidades. Los genetistas han buscado en los genotipos humanos alguna señal de su pertenencia racial, sin éxito hasta el momento; sólo han encontrado diferencias en la mayor variabilidad que presentan las poblaciones humanas sud-saharianas respecto a las demás, pero no genes o alelos particulares. En contraste, los escasos fragmentos de genes obtenidos de fósiles de Neandertales muestran diferencias suficientes para caracterizarlos como especie humana distinta a la nuestra.

El tema cultural es el más diferenciador de las poblaciones humanas. Los rasgos étnicos y sociales de una población (que incluyen su lenguaje y dialecto, sistema de creencias, organización política, sistema de parentesco, etc.) han permitido distinguir más de 3800 culturas recientes (Price, 1990: Atlas of World Cultures, Sage Publ., London), aunque con los mismos típicos problemas de separación difusa entre ellas que encontramos en la distinción de especies biológicas o de lenguajes. Las culturas humanas tienen un alto componente territorial y geográfico, tanto si se trata de etnias nómadas como sedentarias. De hecho, la diversidad cultural humana se correlaciona positivamente con la latitud, la temperatura y la pluviosidad (Collard & Foley, 2002), y por tanto podría esperarse que los rasgos culturales estén correlacionados con las razas humanas, que también tienen un componente geográfico. Pero no es así; los rasgos culturales se encuentran tan dispersos entre las razas (distribución en mosaico) que podemos encontrar rasgos culturales semejantes en razas distantes; y viceversa, a menudo dentro de una misma raza, poblaciones muy próximas, incluso vecinas, tienen rasgos culturales dispares. Y rasgos culturales de gran complejidad y desarrollo, a menudo se encuentran en etnias de cultura supuestamente primitiva.

Otras especies biológicas también muestran diferencias geográficas en su forma, su genoma y sus rasgos culturales o aprendidos (como p.ej., diferencias de matices en el canto de aves, o de costumbres alimenticias de monos). Pero las diferencias intraespecíficas de las especies biológicas son muy pequeñas comparadas con las diferencias culturales humanas, que son tan enormes que han hecho pensar incluso a algunos autores que la evolución cultural habría anulado a la evolución biológica de nuestra especie. Según esta idea, a partir de un cierto momento nuestra evolución ya no seguiría pautas naturales (tales como la adaptación y selección natural darwinistas), sino pautas culturales (y por tanto, "artificiales"), de desarrollo tecnológico y social.

Sean o no sean naturales, las sociedades humanas han creado sus propios ecosistemas, que Margalef consideraba dotados de "metabolismo exosomático" (el consumo energético y los desechos de las sociedades) y que ahora se estudia con preocupación por si estuviera causando un cambio climático y ambiental global. Y eso nos llevaría a tratar a estos diferentes sociosistemas culturales como a nuevas entidades evolutivas, con sus pautas de desarrollo, de sucesión ecológica y procesos de crisis propios.

martes, septiembre 02, 2008

En que se parecen los animales a los humanos

Un internauta desde Baja California ha encontrado este blog a través de Google, haciendo la pregunta que utilizo como título de esta entrada.

Aparte de mi interés en Baja California (por motivos puramente naturalistas) y en México en general (por muchos otros tipos de motivos), la pregunta de este internauta me resulta especialmente interesante por lo que representa: un énfasis en las semejanzas más que en las diferencias. En contraste, hace ya tiempo que la tendencia se había invertido, de modo que ahora las semejanzas entre humanos y animales se consideran tantas y tan abrumadoras que la pregunta no tendría sentido: los humanos seríamos animales; por tanto, no nos diferenciaríamos de cualquiera de ellos más que lo que un animal se diferenciaría de otro.

El internauta californiano por el contrario busca saber cuales son esas semejanzas que nos acercan a los animales. Pero si ya sabemos que la composición, metabolismo y estructura de nuestro cuerpo es tan similar a los de otros mamíferos (que consideramos animales) ¿cómo es que alguien necesita aclarar cuales son nuestras semejanzas con ellos? Pues creo que con su pregunta, este internauta representa la visión del mundo de otras muchas personas, que ven a los animales como algo muy distinto a ellos mismos, con los que no comparten una identidad biológica.

En contraste, los científicos naturalistas en general parten de la posición contraria: considerarnos a los humanos como unos animales más, algo especiales pero no más que otros animales especiales: ¿acaso las bacterias, las hormigas o las aves no han cambiado también al planeta desde su aparición? Los sociólogos y los terapeutas que estudian el comportamiento humano no pueden negar las semejanzas con el de los animales: en ellos también se encuentran casos de altruísmo, de infanticidio, de homosexualidad, de aprendizaje cultural, y de tantas otras actividades que algunos creen únicamente humanas.

Los animales más similares a los humanos nos permiten una mayor comunicación con ellos: algunas personas llegan a crear vínculos cognitivos y emocionales muy grandes con sus mascotas, incluso mayores que con otras personas. Pero justamente, establecer una comunicación consciente y buscada requiere que los comunicantes sean diferentes. Si los humanos buscamos comunicarnos es porque nos sentimos distintos y distantes de aquellos a los que queremos llegar. Cuando nos sentimos semejantes, próximos y unidos a algo o a alguien, no necesitamos buscar la comunicacación porque ya estamos en ella.

El punto de vista o enfoque inicial de esta cuestión nos condiciona: los que parten de las diferencias ("los humanos somos diferentes de los animales") las ven por todas partes, mientras que los que parten de las semejanzas ("los humanos somos animales") minimizan las diferencias. Puede ser interesante en este contexto el libro de Craig Mackay "Supergenes", un intento de reunir ambas visiones del mundo. Su idea de "supergenes" no tiene que ver con el ADN ni con la bioquímica, sino con la noosfera: "supergenes" son las ideas o visiones del mundo que se propagan entre los humanos y que cada uno busca extender y propagar a su alrededor a través del convencimiento, la persuasión, la propaganda o la violencia.