jueves, mayo 07, 2009

Sentido y sensibilidad

He sentido una fuerte sacudida emocional al ver un video que me ha enviado un colega, y que renuncio a reproducir para no herir la sensibilidad de los lectores.

Se trata de un concurso de cocina en China, donde los cocineros compiten en velocidad para conseguir que los animales cocinados lleguen vivos a ser comidos (se muestran unas culebras y unas carpas fritas). Es particularmente chocante a nuestros ojos actuales la insensibilidad que muestran los cocineros y la joven azafata mientas explica al cineasta que el mérito del cocinero está en que el pez siga boqueando mientras está ya frito, emplatado y aderezado con salsas.

Me pregunto cómo nuestra actual sensibilidad occidental ha cambiado tanto respecto a la oriental para que estos rasgos culturales chinos nos resulten tan repulsivos. Después de todo, los occidentales seguimos actualmente mostrando rasgos de crueldad hacia los animales y hacia otros seres humanos. Nos resultaría seguramente insoportable observar de cerca la forma de cría industrial de pollos y cerdos, pero al no (querer) verlo, no lo repudiamos. Y nos comemos las ostras vivas, que según dicen, es parte del placer que produce (yo me siento incapaz de probarlo).

Quizá la crueldad y la insensibilidad era mayor durante la Edad Media (con sus ejecuciones públicas y sus instrumentos de tortura sancionados por la Inquisición) que en la actualidad. Algunos expertos en asesinos en serie ven una tendencia histórica a la reducción de la agresividad humana. Pero vemos con estupor que aún hoy hay gobiernos democráticos avanzados que, como el de Estados Unidos, han llegado a promover y regular la tortura oficialmente tras sufrir los graves atentados del 11-S. El fondo de crueldad y de insensibilidad de nuestra historia aflora de nuevo, aunque sea en condiciones extraordinarias.

Supongo que los psicólogos y filósofos habrán llegado a algunas conclusiones sobre la evolución de nuestros sentidos y sensibilidades. Parece que podemos hartarnos de todo y llegar a saturarnos tanto de la crueldad (y pasar así a sensibilizarnos), como de la sensibilidad (y pasar a insensibilizarnos).

En todo caso, los animales parecen tener bien fijados sus sentidos y sensibilidades, que se han tipificado en los extremos de "halcones" y "palomas". Y curiosamente en el mundo hay lugar para ambos, aunque las ideas de "lucha por la vida", "ley de la jungla" y otras similares conducirían a pensar que las "palomas" están condenadas a desaparecer bajo las garras de los "halcones". Hace unos años, un ecólogo llamado Gilpin (*) estudió las famosas ecuaciones predador-presa de Lotka y Volterra, que explicaban la dominancia alterna de las poblaciones de liebres y de linces, y llegó a una conclusión extraordinaria: ¿se comen las liebres a los linces?

(*) Gilpin, M.E. (1973) Do hares eat lynx? American Naturalist, 107: 727-730
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