Las siempre interesantes reseñas bibliográficas de Richard Lewontin, que desde hace muchos años publica regularmente el New York Times, contienen interesantes incursiones de un biólogo evolutivo en el campo de las ciencias sociales. La distancia entre los biólogos y los sociólogos, en términos de lenguaje e intereses comunes puede parecer menos insalvable que la de éstos con los físicos, por ejemplo, aunque hay también interesantes pensadores como Murray Gell-Mann capaces de dar el salto entre las ciencias más "duras" y las más "blandas", por utilizar unos calificativos al uso.

Al final de su artículo, Lewontin afirma "the world is material and all its phenomena, including human consciousness, are products of material forces" (el mundo es material y todos sus fenómenos, incluyendo la consciencia humana, son productos de fuerzas materiales). Bueno, el mundo no es sólo materia: es al menos también espacio-tiempo, energía y velocidad, y la materia sería una forma de energía parcialmente inmovilizada. Suponemos por tanto que Lewontin se refería a su creencia únicamente en las fuerzas físicas conocidas (gravitación, electromagnetismo, atracción fuerte y débil), con exclusión de otras supuestas fuerzas no físicas (p. ej. psíquicas o mentales...).
Resulta curioso que tales fuerzas "materiales" produzcan a menudo engaños cuando la "fuerza" de la consciencia se dirige hacia el sujeto de la consciencia, mientras que resultan mucho más fiables cuando se dirigen a un objeto ajeno: una diferencia importante. Un físico tendría que concluir que no se trata por tanto de la misma "fuerza".