jueves, noviembre 12, 2009

El gen del lenguaje

Hace unos años que por fin se pudo relacionar la capacidad del lenguaje humano, única en la biosfera, con un gen o secuencia de ADN, el llamado FoxP2. Este es de momento el único gen conocido cuya mutación afecta a la capacidad sintáctica y comprensiva del lenguaje, y también se relaciona con el control de la musculatura facial y laríngea.

Mi admirado Javier Sampedro nos informa de los últimos descubrimientos sobre la estructura y funcionamiento de este gen. ¿Podríamos predecir que sólo se encuentra en humanos? Pues nos equivocamos: se encuentra en múltiples especies que no hablan, aunque sí emiten sonidos. ¿Podríamos suponer que en el hombre es un gen muy diferente, quizá más complejo? Pues también nos equivocamos: es tan semejante al del ratón o al del chimpancé que difiere menos de ellos (no llega al 0,3 % de diferencia) que lo que cualquier otro gen difiere entre dos individuos de una misma especie.

Aún así, esta gran semejanza nos oculta una capacidad de regulación distinta. El autor del trabajo, Daniel Geschwind, ha rastreado la actividad del FoxP2 en humanos y chimpancés y ha comprobado que controlan a algunos genes iguales (65 en ambas especies) y a otros diferentes (61 genes se activan más en humanos, y 55 genes se activan más en chimpancés). Aún no se sabe qué significado tienen esas diferencias de regulación génica, ni qué relación tienen los genes regulados con la capacidad de hablar. Un caso de no-linealidad.

De todas las diferencias grandes o pequeñas que nos separan al hombre de los animales, la capacidad del habla es de las más notables, como bien sabemos. Pero esta facultad no está dada por la genética solamente, pues un humano criado en aislamiento no puede adquirirla, a pesar de tener los genes adecuados. Una vez sobrepasado un tiempo determinado sin comunicación con otro humano hablante, la capacidad de hablar se pierde definitivamente.

Esta innovadora capacidad del habla es por tanto un rasgo que requiere de su existencia previa para ser adquirido, como el famoso enigma del huevo y la gallina. ¿Cómo pudo aprender a hablar el primer humano que habló sin haber oido hablar antes a otro? Un caso de circularidad.

Y si partimos de la "invención" de un lenguaje primitivo (un protolenguaje hipotético) ¿cómo es que existen tantos lenguajes primitivos distintos, que no derivan unos de otros ni se comprenden unos a otros? Este problema evolutivo es parecido al formidable problema evolutivo de la explosión cámbrica: cuando intentamos reconstruir en el tiempo la forma primitiva de la que proceden los distintos tipos de organismos animales, nos encontramos con que no convergen hacia un protoanimal, sino que desde su origen se mantienen bien diferenciados numerosos tipos (moluscos, equinodermos, vertebrados, artópodos...), e incluso encontramos fósiles de tipos extinguidos aún más distintos e irreductibles. Lo mismo les ocurre a los lingüistas: consiguen apenas que unos pocos lenguajes modernos converjan en un lenguaje antecesor, pero descubren numerosos lenguajes antiguos extintos que no se parecen a ninguno conocido. Esta forma "al revés" del árbol evolutivo es el tema del libro de S.J.Gould "La vida maravillosa". El árbol que dibujó Darwin es sólo una parte de la historia, la copa visible: el tronco del árbol hunde sus raíces en un oscuro suelo, con una potente ramificación invertida tan grande como la copa. Si lo pensamos bien, es la misma imagen de la historia de un único individuo: cada uno de nosotros es el fruto de un enorme árbol al revés (las raíces de todos sus antepasados) y el origen de un árbol al derecho (las ramas de todos sus descendientes).

Pues la Biología nos informa a muchos niveles de estos procesos no lineales (un pequeñísimo factor produce múltiples y enormes efectos), circulares (-autocatálisis- un circuito cerrado conecta una causa con un efecto que promueve su propia causa) y multicausales (un efecto es producido por la confluencia de múltiples causas aparentemente inconexas) .

Es curioso que nos extrañen tanto estos procesos: si estamos vivos, tendrían que sernos familiares y deberíamos conocerlos y sentirlos. Parecemos realmente seres de origen extraterrestre ¿o no?
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viernes, septiembre 25, 2009

Evidencialidad

Leyendo un fascinante trabajo sobre el origen y la evolución del lenguaje (Dixon, R.M.W., 1997. "The rise and fall of languages". Cambridge Univ. Press, 169 pgs), encontré el concepto de Evidencialidad como característica estructural de algunos lenguajes; si existiera esta forma en nuestros lenguajes (lo que no es el caso), nos sería de gran ayuda a los científicos.

¿En qué consiste la evidencialidad de un lenguaje? Veámoslo en palabras de Dixon:

"...la Evidencialidad implica una especificación obligatoria del tipo de evidencia en el que se basa una afirmación, p.ej., si el que habla lo ha observado él mismo, o si alguien se lo ha dicho, o lo ha inferido, o asumido (o solo si le parece que ha ocurrido).
La evidencialidad se encuentra en lenguajes de diversas partes del mundo (Balkanes, lenguajes Tibeto-Birmanos, Japonés clásico – pero casi perdido en Japonés moderno – algunos lenguajes de Norteamérica y muchos de Sudamérica, tanto en los Andes como en la cuenca Amazónica). Algunos lenguajes tienen sólo dos términos de evidencialidad (lo más común: testimonio visual / no-visual) pero otros hacen distinciones adicionales. El sistema más desarrollado se encuentra en un número de lenguajes de la familia Tucanoa y uno de la familia Arawak, hablados juntos en una pequeña área lingüística entre Colombia y Brasil (el valle Vauprés).
Hay cinco tipos de evidencialidad. Si quiero decir “el perro comió pescado” debo indicar uno de estos cinco marcadores de evidencialidad:

a – visual (si ví al perro comerse el pescado).

b – no-visual (si oí al perro en la cocina pe
ro no lo ví, o si olí el aliento del perro).
c – aparente (si ví restos del pescado alrededor del perro satisfecho).
d – informado (si alguien me lo dijo).
e – asumido (si el pescado estaba podrido, y la gente no come pescado podrido, luego ha debido ser el perro quien lo comió).
¿No sería maravilloso que hubiera evidencialidad obligatoria en nuestro idioma? Piense en lo que facilitaría el trabajo de la policía. Y cómo obligaría a los políticos a ser honestos con el presupuesto nacional. Sin embargo, los sistemas detallados de evidencialidad se encuentran entre pueblos no industrializados. Porqué? No se entiende aún bien, pero tiene que ver con actitudes de generosidad y sinceridad. Un estudio reciente en Amazonia muestra que la evidencialidad ha debido desarrollarse independientemente al menos en seis lugares y tiempos distintos, y que una vez que se desarrolla, tiende a difundirse en las lenguas vecinas, que toman prestada la categoría (la idea de evidencialidad) pero desarrollan sus propias marcas gramaticales a partir de sus propios recursos.
Si los linguistas no hubieran ido a la Amazonia (después de haberse vacunado y recibir tratamiento contra docenas de enfermedades) nunca hubiéramos sido conscientes de toda una importante dimensión del lenguaje humano, los sistemas complejos de evidencialidad
."

Pues al no existir nada de esto en nuestros lenguajes occidentales, nos confundimos
constantemente al transmitir la información. Por ejemplo, veamos este texto escrito en productos de baño, que amablemente informa sobre Paleoantropología y acicalamiento (grooming) a los clientes de los Hoteles de la cadena ABBA patrocinadores de la Fundación Atapuerca:

"El primer champú fue el grooming. Nuestros antepasados dedicaban horas y horas al acicalamiento personal, desparasitándose cuidadosamente unos a otros con las manos y los dientes; una manera de aliviar tensiones y cohesionar los vínculos sociales: el grooming".

Es un texto muy informativo y verosímil pero ¿qué evidencia tenemos de estas afirmaciones? Tal como se explica, parece conocimiento directo: sabemos todo eso porque conocemos lo que nuestros antepasados hacían. Sin embargo, no es así. No tenemos evidencia directa de ello. Lo suponemos (inferimos) por observación del comportamiento de algunos pueblos que se consideran "primitivos" (aunque ser primitivo no es sinónimo de ser cercano al origen), y del de algunos primates próximos a los humanos, como los chimpancés. Es una "suposición razonable", una "inferencia argumentada" (educated guess, dirían en inglés) pero no es una evidencia directa, como hace suponer la afirmación del texto.

Los investigadores desearíamos disponer de la evidencialidad en el lenguaje, pues
como muy bien dice Dixon, nos ahorraría muchos giros indirectos y confusiones penosas.

El lenguaje humano es tan diverso que algunos filósofos le han atribuido un papel predominante en la configuración del pensamiento. Por supuesto, hay otros filósofos que le niegan tan importante papel, considerando al lenguaje un mero vehículo del pensamiento. ¿Cambia o no cambia nuestra estructura mental cuando utilizamos un lenguaje o idioma particular? Los lingüistas, los traductores-intérpretes y los políglotas podrían decirnos muchas cosas sobre ello.
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martes, junio 09, 2009

Comportamiento animal

Las semejanzas en el comportamiento de animales y humanos fueron claves para que Darwin propugnara una descendencia animal de los humanos (descendencia con modificación es el nombre que Darwin dió a su teoría de la transformación de las especies). En contraste, otros autores consideran que el comportamiento humano es cualitativamente distinto al de los animales, por incluir pensamiento y símbolos abstractos y desarrollar la esfera moral.

El comportamiento por tanto sigue siendo una de las claves que hacen asignar a los humanos al reino Animal o alejarlos de él, según opiniones. Como comenté en una entrada anterior, el comportamiento animal tiene para los humanos unas connotaciones muy sensibles que no tienen en general otros rasgos de los animales, como su anatomía o su sistema inmunológico.
En ocasiones los humanos nos vemos totalmente reflejados en situaciones de los animales que se asemejan a situaciones humanas. Por ejemplo, la borrachera de mamíferos y aves africanos al comer frutos fermentados del árbol Amarula, como vemos en este video.



Esto ocurre con organismos muy próximos a los humanos, como son los mamíferos. Pero recientemente he podido sentirme igualmente próxima al comportamiento de unos organismos muy alejado de nosotros, como son los protistas ciliados. El vídeo muestra que hasta un organismo unicelular, sin ojos y sin sistema nervioso, se comporta como si sintiera tanto placer y bienestar como angustia y nerviosismo, que nos parecen propios de seres más evolucionados y complejos.



La realizadora de este vídeo, la Dra. Blanca Pérez Uz, ha buscado con esta herramienta transmitir su conocimiento y fascinación por estos interesantes microorganismos, que ella muchas veces ha admirado en comportamientos asombrosos durante actividades como la caza en grupo de grandes presas, o la metamorfosis para huir con rapidez de lugares inconvenientes.

El comportamiento, como la fisiología, es un campo de la Biología que no parece sujeto a ninguna clara "escala" evolutiva.
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jueves, mayo 07, 2009

Sentido y sensibilidad

He sentido una fuerte sacudida emocional al ver un video que me ha enviado un colega, y que renuncio a reproducir para no herir la sensibilidad de los lectores.

Se trata de un concurso de cocina en China, donde los cocineros compiten en velocidad para conseguir que los animales cocinados lleguen vivos a ser comidos (se muestran unas culebras y unas carpas fritas). Es particularmente chocante a nuestros ojos actuales la insensibilidad que muestran los cocineros y la joven azafata mientas explica al cineasta que el mérito del cocinero está en que el pez siga boqueando mientras está ya frito, emplatado y aderezado con salsas.

Me pregunto cómo nuestra actual sensibilidad occidental ha cambiado tanto respecto a la oriental para que estos rasgos culturales chinos nos resulten tan repulsivos. Después de todo, los occidentales seguimos actualmente mostrando rasgos de crueldad hacia los animales y hacia otros seres humanos. Nos resultaría seguramente insoportable observar de cerca la forma de cría industrial de pollos y cerdos, pero al no (querer) verlo, no lo repudiamos. Y nos comemos las ostras vivas, que según dicen, es parte del placer que produce (yo me siento incapaz de probarlo).

Quizá la crueldad y la insensibilidad era mayor durante la Edad Media (con sus ejecuciones públicas y sus instrumentos de tortura sancionados por la Inquisición) que en la actualidad. Algunos expertos en asesinos en serie ven una tendencia histórica a la reducción de la agresividad humana. Pero vemos con estupor que aún hoy hay gobiernos democráticos avanzados que, como el de Estados Unidos, han llegado a promover y regular la tortura oficialmente tras sufrir los graves atentados del 11-S. El fondo de crueldad y de insensibilidad de nuestra historia aflora de nuevo, aunque sea en condiciones extraordinarias.

Supongo que los psicólogos y filósofos habrán llegado a algunas conclusiones sobre la evolución de nuestros sentidos y sensibilidades. Parece que podemos hartarnos de todo y llegar a saturarnos tanto de la crueldad (y pasar así a sensibilizarnos), como de la sensibilidad (y pasar a insensibilizarnos).

En todo caso, los animales parecen tener bien fijados sus sentidos y sensibilidades, que se han tipificado en los extremos de "halcones" y "palomas". Y curiosamente en el mundo hay lugar para ambos, aunque las ideas de "lucha por la vida", "ley de la jungla" y otras similares conducirían a pensar que las "palomas" están condenadas a desaparecer bajo las garras de los "halcones". Hace unos años, un ecólogo llamado Gilpin (*) estudió las famosas ecuaciones predador-presa de Lotka y Volterra, que explicaban la dominancia alterna de las poblaciones de liebres y de linces, y llegó a una conclusión extraordinaria: ¿se comen las liebres a los linces?

(*) Gilpin, M.E. (1973) Do hares eat lynx? American Naturalist, 107: 727-730
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viernes, marzo 13, 2009

Las lenguas, como las especies, aparecen y se extinguen

Anteriormente hemos visto las relaciones analógicas entre especies biológicas y lenguajes humanos. La aparición y la extinción de ambas es posiblemente una analogía evolutiva como tantas otras que merece la pena explorar.

La UNESCO acaba de publicar el Atlas de los Lenguajes Amenazados, avisando que la mitad de los aproximadamente 6700 lenguajes hablados puede desaparecer en este siglo; y también relaciona este proceso con el de la pérdida de biodiversidad, que muestra importantes coincidencias espaciales y temporales.

En el Atlas interactivo podemos conocer el estado de los lenguajes amenazados de extinción, y comprobar p.ej. que 233 lenguajes se han extinguido recientemente. Según la UNESCO, sólo en Estados Unidos en los cinco siglos transcurridos desde la llegada de Colón al continente americano, han desaparecido 115 de los 280 idiomas hablados por aquel entonces. Y cuando eso ocurre, estos lenguajes se pierden irreversiblemente... casi siempre: en algunas ocasiones, lenguajes que estaban perdidos han revivido cuando había documentación escrita sobre ellos, como el hebreo.

En las especies biológicas, la extinción es también irreversible... casi siempre. En algunos casos peculiares, el registro fósil nos muestra reapariciones insospechadas de especies que se creía extinguidas mucho tiempo atrás. Se les llama "especies Lázaro", en referencia a la resurrección de este personaje bíblico. Un caso bien conocido es el del pez celacanto, supuestamente extinguido durante más de 60 millones de años y redescubierto vivo en las Comores y ahora en Indonesia.

Si este fuera un caso frecuente, no se podría nunca concluir sobre la extinción de ninguna especie o idioma, pero no es así; en su gran mayoría, la documentación fósil y la linguística confirman que la extinción es un fenómeno bien real y definitivo, tal como demostró Cuvier. ¿Podríamos también documentar el proceso de aparición de una nueva lengua o una nueva especie? Podríamos, pero resulta mucho más difícil.

Como Darwin había ya notado y Eldredge y Gould han argumentado, el proceso de aparición de las especies es mucho más rápido que el de extinción. Se supone que las nuevas especies han de aparecer lentamente en una población marginal, un hipotético "centro de origen", pero nunca se consigue documentar en el registro fósil (ni siquiera para las especies mejor estudiadas y más conocidas). Algunos autores proponen renunciar incluso a su búsqueda, como algo inútil. Sin embargo, los datos paleontológicos sí que permiten documentar un "centro de extinción" en muchos casos, de especies que se extinguen de forma gradual, lenta y predeciblemente. Por lo tanto no es que el registro fósil sea imperfecto. No se trata de falta de datos: esta asimetría indica que no es probable que las nuevas especies se hayan formado lentamente en un pequeño lugar. Por el contrario, las nuevas especies aparecen bruscamente con muchos individuos en un área ya extensa, comportándose como estructuras disipativas muy lejos del equilibrio (como predice la termodinámica de procesos irreversibles; ver aquí dos noticias).
He llamado a este fenómeno "asimetría temporal" en la historia de las especies (para saber más: PDF en español y PDF en inglés). Y es probable que también se cumpla con los lenguajes humanos.
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martes, febrero 17, 2009

Veganos, cazadores, explotadores

Nuestro mundo "civilizado" dispensa un trato muy distinto a los animales, según los considere fuentes de comida, de peligro, de diversión, de trabajo o de compañía.

El contraste es particularmente notable entre dos tipos de excesos; por un lado, el mimo y el fabuloso gasto en vestuario con el que se cuidan las mascotas de lujo (ver p. ej. la feria de mascotas de La Coruña); y por otro lado, el terrible trato dispensado a pollos y cerdos en las granjas de cría industrial, como muestran las denuncias de la ONG "Iguladad Animal" que propugna una alimentación "vegana" (vegetariana estrictamente vegetal) .

El trato dispensado a los animales vistos como fuentes de peligro es normalmente destructivo: desde los considerados "plagas" por volverse especialmente prolíficos (garrapatas, insectos, ardillas o conejos), hasta los llamados "alimañas" (por ser predadores que compiten con el hombre, como zorros y lobos; o por ser vistos como venenosos aunque no lo sean, como los luciones y la mayoría de culebras), todos son activamente eliminados de forma expeditiva (con venenos y cepos, o a tiros y garrotazos), aunque las consecuencias suelen producir más problemas a medio y largo plazo que los que causaban las víctimas de estas masacres.

Los animales como fuente de diversión suelen recibir un trato algo mejor, desde la satisfacción del éxito del criador de razas puras, pasando por la de cuidadores y visitantes de acuarios y zoos, y por los más o menos degradantes tratos de los entrenadores de animales de circo, hasta llegar a la caza de animales criados y mantenidos con ese fin (pues apenas queda ya caza fuera de los cotos repoblados por los propios cazadores). Las masacres que las monterías muestran en casos como el del reciente encuentro Garzón-Bermejo, que dan lugar a comentarios sensibles como el de mi admirada Rosa Montero, no producen tanto sufrimiento a los animales cazados, especialmente si son abatidos correctamente de un tiro certero, como el que produce la cría de terneras inmóviles en la oscuridad y hacinadas en su transporte hasta un matadero industrial.

Como vemos hasta ahora, la "igualdad animal" que busca la mencionada ONG es algo socialmente inexistente (obviamente, si ya existiera no habría que buscarla). La Ley Marco de Protección Animal que se está reclamando al Gobierno, como otras leyes de protección, se solicita para defender un valiosísimo bien que hay que proteger contra su mal uso y gestión, no se pide porque los humanos nos consideremos iguales a los animales en constitución ni en derechos.

¿Pero qué trato se imparte a los animales que se consideran fuente de trabajo? En estos casos, y sólo en estos, creo que estamos ante la única auténtica "igualdad animal" de nuestra sociedad humana: el trato a los animales cuyo trabajo explotamos no difiere mucho del trato que se imparte a los trabajadores humanos: la diversidad de casos va desde un trato excelente, con integración total del animal doméstico en la tribu o célula familiar (y del trabajador por cuenta ajena en la familia del empresario), hasta una brutal y salvaje esclavitud sin la más mínima consideración ni sensibilidad. Y la situación más indeseable persiste actualmente, aunque se hayan conseguido notables cambios sociales y jurídicos para mejorarla.

miércoles, febrero 11, 2009

transformación hombre - animal


Tras la apasionante lectura de las experiencias extremas de diversos alpinistas (s.l.) que han sobrevivido para contar su aventura, uno puede constatar que el sufrimiento físico y las durísimas condiciones que impone la alta montaña transforman a los humanos que se internan en ella. Y uno de los símiles que he leído en esos relatos es que en condiciones extremas los alpinistas se ven a sí mismos transformados en animales de montaña. ¿Cómo ven esa transformación, de hombre en animal?

En las largas travesías de aproximación a las cumbres, en las difíciles paredes de escalada muy técnica y arriesgada, en la aclimatación al frío intenso, a la falta de oxígeno, al esfuerzo ímprobo y a la deshidratación, los alpinistas encuentran su pasión y su mundo que les llena más que una vida ordinaria, cómoda y rutinaria. El alpinismo clásico incidía en el sentido del grupo, el compañerismo, la interdependencia para sobrevivir, el estilo de "todos para uno-uno para todos". Pero ya desde los años 50 se ha ido imponiendo un alpinismo más individualista e incluso solitario, con un estilo más de "sálvese quien pueda". En los momentos extremos, algunos relatos hablan de sufrir ataques de demencia, y muchos hablan de haber sufrido alucinaciones y voces interiores. Pero no es esa la transformación que se identifica con un animal. ¿Cual es?

Dado que yo personalmente no tengo experiencia en el tema, sólo puedo inferir por los relatos leídos en qué consiste esa experiencia que se vive como transformación hombre-animal; en primer lugar, se consideran estados distintos; en segundo lugar, ambos estados indican dos formas distintas de consciencia, y no más o menos consciencia, sino formas cualitativamente distintas de consciencia. Y en tercer lugar, esa cualidad animal no se percibe como negativa, degradante ni perjudicial, sino todo lo contrario: proporciona una enorme capacidad de resistencia y eficacia a quien la sufre.

Nada de esto tiene que ver con la común acepción de "animalidad", que en nuestro idioma (y en tantos otros idiomas de nuestra cultura) tiene sobre todo connotaciones morales degradantes.

¿Podremos algún día vernos, humanos y animales, con el mutuo respeto de quienes se conocen, se reconocen y se aprecian?

jueves, enero 29, 2009

La singularidad humana

Algunos científicos interesados en la Biología Evolutiva se concentran en estudiar la evolución humana desde la idea de la singularidad de nuestra especie. Esta postura se opone a la actualmente mayoritaria (neodarwinista), que propugna un modelo evolutivo único para todas las especies, descendientes todas de un mismo antepasado común y diferenciándose según los mismos procesos de mutación al azar y selección natural.

Hace años que el genético japonés Dr. Kimura propuso que la mayor parte de las mutaciones que se encontraban en el genoma fueran selectivamente neutras, no debidas a la selección natural (que supuestamente debe eliminar las mutaciones "malas" y retener las "buenas"). En vez de selección y adaptación, la genética molecular encontró mutaciones no seleccionadas, lo que se llamó "teoría neutralista de la evolución". Con esta idea se elaboró el concepto de reloj molecular, que mediría el tiempo transcurrido desde la separación de dos especies hermanas una vez conocida la tasa de mutación (ya que al no haber selección, la velocidad a la que se producirían y acumularían las mutaciones neutras sería constante a lo largo del tiempo). La larga experiencia de aplicación del reloj molecular ha mostrado que en general funciona, aunque la tasa de mutaciones es muy diferente en los distintos genes.

Uno de los mayores éxitos del reloj molecular fue el muy corto tiempo que obtuvo ("sólo" unos 6 millones de años) para la divergencia entre humanos y chimpancés, en una época (mediados de los 60) en que se postulaba a "Ramapithecus" como un antepasado directo del linaje humano con más de 12 millones de años de antigüedad. Esta discrepancia entre el reloj paleontológico y el reloj molecular (calibrado también con fósiles) se saldó a favor de los moleculares, cuando se demostró que "Ramapithecus" era en realidad la forma hembra del Sivapithecus, linaje pariente de los orangutanes. Desde entonces el reloj molecular no ha dejado de cosechar éxitos y de hacer dudar a todos de las reconstrucciones paleontológicas cuando aparecen discrepancias entre ambos relojes. Ahora en general, al revés que en los años 60, los datos moleculares de divergencia entre linajes suelen indicar edades mucho mayores que lo que indican los fósiles, y como dice Conway Morris, "los biólogos moleculares están empezando a encontrar conejos ya en el Ordovícico!".

Las inferencias sobre las que basar el reloj molecular plantean la disyuntiva entre neutralismo (Kimura) y selección natural (Darwin): si hay genes que no siguen una pauta regular de mutación neutral es que han sido seleccionados. ¿Y si esta disyuntiva fuera falsa?
Recientemente, biólogos moleculares de la Universidad de Uppsala han estudiado una curiosa característica del genoma humano, que muestra gran velocidad de mutación en genes que apenas han mutado en otros mamíferos. Esta característica no es explicable por evolución neutralista - según la cual los mismos genes mutarían a las mismas velocidades en diferentes linajes - y por tanto se atribuye a la acción de la selección natural. Si estos genes han sido positivamente seleccionados, podrían ser los responsables de la singularidad de la especie humana. Berglund y colaboradores (2009) han comparado cuidadosamente estos genes (más de 10.000) entre humanos, chimpancés y macacos. Lo que encuentran es que los test que se aplican para detectar la acción de la selección natural en los genes no son determinantes; el mismo efecto aparente se obtiene por mutación neutra y fijación sesgada de mutantes (los genes mutantes que son más estables desde el punto de vista termodinámico se fijan más en el genoma que los que no lo son) . A este proceso se ha llamado BGC (biased gene conversion) y este estudio demuestra que es él, y no la selección natural, el responsable de las rápidas mutaciones peculiares humanas que no aparecen en otros primates.

Los autores advierten que no son correctas las conclusiones que a menudo consideran a los genes objeto de la selección natural. Y de momento sólo en los genes podemos verificarlo, porque ni en Paleontología ni en Biología de Organismos y Sistemas tenemos ningún test para saber si hubo o no hubo selección natural.

Podéis ver aquí una reseña en español de esta noticia. Si algún genético puede ampliar o comentarla, será bienvenido.